Petiseros: el detrás de escena del entrenamiento

Así como los obreros en la construcción o los productores en la televisión, es el rol de los petiseros para el polo. “Es un trabajo en el que hay que estar todos los días. Durante tres meses -en octubre, noviembre y diciembre-, uno prácticamente no descansa”, comenta en diálogo con El Cronista Rodrigo Miño, petisero que trabaja en Centauros Polo Club en General Rodríguez, cuidando los caballos de Mariano González con ocho goles de hándicap. Oriundo de Mercedes en la provincia de Corrientes, Miño también viajó a Colombia donde trabajó para la familia del ex presidente lvaro Uribe en el Polo Club de Bogotá.
Para que los caballos alcancen un nivel máximo requieren de un tiempo de cuatro o cinco años. “El polo tiene un proceso. Primero, se arranca a jugar despacio, luego, se le aumenta la velocidad del galope hasta que, al cabo de dos o tres años de polo, está jugando a fondo”, explica Alfonso Luis que, además de haberse desempeñado como petisero, trabaja como domador en la localidad de 25 de mayo. Nacido en Olavarría, provincia de Buenos Aires, ha domado caballos de Juan Martín Nero, jugador de La Dolfina (10 de handicap) y de Mariano Aguerre, ex jugador del equipo de hoy lidera Adolfo Cambiaso.
Antes de que los caballos lleguen en manos de los petiseros, hay un paso previo de nueve meses que llevan a cabo los domadores. “Nuestra tarea es enseñarles a frenar, a parar, a doblar, a regular, a revolearle un taco y que no se asusten”, explica Luis. El período se divide en etapas de tres meses. “Los primeros se dedican al galope, otros tres de descanso, que se dirigen a un ‘verdeo’, que es el campo natural. Se finaliza con tres meses más de galope”, resume. En cuanto a la alimentación, sostiene que, en la primera etapa, “se les da fardo de alfalfa y avena en grano, y durante su reposo, alfalfa natural, es decir, el paso vivo” y una vez que llegan en manos de su compatriotas petiseros, se le suma “un alimento para que le dé lo que necesita, por ejemplo, alimentos balanceados que ya vienen hechos como puede ser la marca ‘equi diet'”.
¿Qué hace el petisero?
Luego de esta etapa, comienza el trabajo del petisero: “El día arranca a las cuatro de la mañana, cuando se raciona a los caballos. Primero, se les da de comer y cuando terminan, se limpian las camas, que pueden ser de viruta de madera o paja de trigo y se sale una hora a varear”, explica Miño. En este, los caballos realizan “un entrenamiento de 25 minutos de caminata, 25 de trote y otros 15 para caminar”.
Bajo la misma línea, el oriundo de la ciudad de Olavarría agrega que el trabajo se diferencia en los “caballos nuevos”, que son los “recién entregados de doma”, y “los caballos jugadores”, que “ya están entrenados”. Por otra parte, el domador que trabaja con cerca de 50 caballos por año, suma que previo al vareo los veterinarios “miran si están todos en optimas de condiciones, si no le duele nada y la actividad que tiene que hacer cada uno” ya que puede haber “dolores en manos y patas generados por algún esfuerzo, que suelen ser los problemas más comunes”. Miño, por otro lado, añade que se encargan de “preguntar cómo amanecieron los caballos, revisar si paso algo y para verificar también cómo están de ánimo”.Entre crines y herradurasUna vez finalizado el vareo y antes de volver a su caballeriza, es decir, el establo donde se encuentran los boxes de tres metros por tres metros para descansar, Luis detalla que son “revisados por el herrero, que se encarga de su armadura” y por otro ayudante que se “encarga de tuzar, es decir, cortarles el pelo para que queden prolijos”. Una vez finalizada la mañana se reinicia la rutina por la tarde si es que no hay jornadas de polo.
¿Y si hay partido? Ante la pregunta, Luis explica que, en ese caso, el petisero “tiene que preparar todos los caballos, la montura, las vendas en las manos y en las patas para los golpes, los frenos y, por último, cargarlos el tráiler que es el camión que lleva los caballos a la cancha”. Finalizado el día, el trabajador de Centauros Polo Club cuenta que se “cepillan, se ponen vendas de descanso, se vuelve a dar pasto y se llenan los bebederos” y agrega que “uno tiene que estar pendiente todo el tiempo”.
Como cierre, Luis remarca la importancia del trabajo de un petisero y aclara que no hay una tarea más relevante que otra, sino que abarca todo, “desde levantarse temprano, dar de comer hasta varear bien” y finaliza que dicha profesión “tiene que ser súper responsable y súper despierto ya que es relevante identificar si un caballo esta con ganas, con vigor o si está apagado”.
Mariano Ylarri